15 de septiembre de 2013

DESAPARECIDOS






Despellejada la esperanza,
de lejos verla pasar,
manada de escoria los que ríen
ante el dolor ajeno,
haciendo fiestas
sobre los muertos… sus victimas
sin piedad, cruelmente asesinan,
desmembrando sus cuerpos
por ende una familia mas,
sumiéndola en gimiente agonía,
hoz de llanto,
negro dintel de muerte presente.

En esquinas capitalinas
o plazuelas pueblerinas ciprés de
cementerio se huele en el viento,
legiones infernales se han levantado
robando la paz y vidas de esta
ciudad mía.

¿Hasta cuándo pulgarcito has de
respirar aliviado?
¿Hasta cuándo? tus calles amanecerán
con sangre inocente,
¿Hasta cuándo tus cerros?
 Alojaran
carne putrefacta,
de nuestros desparecidos.






12 de septiembre de 2013

ESCONDIDA












Cabizbaja, pensativa,
caminado sin prisa en
el viejo boulevard,
sustraída
del ruido mundanal.

En una gruta del alma,
encuentro,
que no tienen sentidos
mis días.

Voy y vengo como veleta,
llorando por dentro,
con plegaria desgarrada
me encierro
en mi propio miedo.



5 de septiembre de 2013

LLUVIA EN EL ATARDECER





Ha dejado de llover,
las hojas de los árboles
están mojadas y  temblando,
la tierra empapada,
aun está tronando
bandada de pericos pasan
volando y gritando.

El sonido de las gotas que
revientan en los charcos
se tornan susurrantes,
dulce calma ha quedado,
después del torrente de agua
que el campo y la ciudad han bañado.

Una melodía de arpa y violín,
suavemente suena de un viejo radio,
en una humilde casa que resguarda
una anciana mujer,
que en penumbra de soledad deambula,
en su estío languidece gota a gota.

Con ojos sin brillo,
apacible contempla el cristal húmedo
de la ventana, un gato blanco, a sus pies
busca mitigar el frio
y le acompaña fiel en su martirió.

Una mecedora y una agrietada mesa
son sus mejores pertenencias,
en su pecho un corazón con escarcha;
su alma llora sin  derramar lagrimas,
                                                     exiliada se refugia en la nostalgia.
         

2 de septiembre de 2013

TÚ, MI MUSA




Como sol claro
después de la lluvia,
te apareces en los
párpados de la mañana
con versos y flores,
en mi balcón.

Eternizando tu sonrisa
en mi alma,
nutriendo mí esperanza;
como artífice
de la palabra lirica.

Se desgaja mi calendario
cuando te ausentas,
me acurruco en los brazos
del recuerdo,
minimizando el estío.

Fertilizaste,
mis áridos campos,
las tibias tristezas;
arrojaste al viento
con la miel escondida
de tus labios.

En anchurosos prados solitarios,
y voz de quimera,
vagamos, soñamos, volamos,
con los ojos
impregnados de amor.

Intercambiamos,
cauce de versos que afloran
de la entraña,
con acento de rimas,
desangrando la poesía.

Después de cada abrazo,
de tus letras,
me quedo fuerte como el cedro,
esperando el nuevo día,
para que vuelvas a besarme,
y decirme… niña luna;
eres la que en silencio me inspira.