1 de agosto de 2013

PAÚL REYNALDO





¡Amanecer esplendente!
 Con un beso en la frente
una cándida sonrisa,
 y un te amo puro
mientras corre inocente,
con tierno cariño.

El brillo de sus pupilas
ilumina mis días,
en la palidez de horas
pasadas llegó,
sin imaginarlo a darle
sentido a mi vida.




Con beatitud,
me dirijo al cielo por
enviarme un hermoso ángel
que con su alegria me motiva.

La cálidez de sus pequeñas
manos enternecen
mi corazón,
siendo mi fuerte razón
para ser mejor.




De rodillas y el alma sincera
suplico más tiempo,
olvido las penas
para disfrutar en plena quietud,
mi más preciado tesoro,
que como gema preciosa,
habita mi ser.

El estío y la bruma se acabo,
con mi hijo entre mis brazos
tengo un nuevo sol.