Gimiente era la tarde,
cuando ante mi pupila
desapareciste,
sollozaba en silencio
mi alma, sabiendo que
no
volverías.
Insulsa noche, fárrago
de memorias
deambulando.
Incipiente soledad sus
pestañas asoma,
despojando el espíritu
de alegría
hundiéndome en el estío,
muriendo por dentro.