Suave brisa acaricia mi cara en la mañana
disfruto sus besos mientras ondula la melena,
el nubarrón sumiso cede paso a los
imponentes rayos dorados,
serena con sonrisa afable saludando
a los caminantes inicio otro día.
Muchas veces sin saber cuál es el sentido
de mi efímera existencia, en realidad furtiva,
languidece lento mi espíritu.
Camino largo con abrojo he andado descalza,
a veces desnuda carente de armadura,
desarmada, la tempestad el torbellino en el
suelo me han dejado humillada tragando el polvo,
con lagrimas he calmado la sed de justicia,
sollozando y con miedo… despacio levanto mis
ojos al cielo y grito, ¡Por favor! ¡Por favor!
Tú que miras desde arriba,
Regálame un instante de paz, si es un castigo
ancestral te pido perdón por mis antepasados,
que la bruma perenne se diluya o busque otro sendero;
que se reviente el lastre que me ha quebrantado,
mi pupila abierta vigila en la madrugada, obviando
saetas torturadoras que se levantan
y me rodean,
nimio soy y quizá pido mucho, es tan honda la pena
y el dolor que mis piernas están débiles para seguir firmes,
sangra el alma con mil heridas abiertas,
insoportable, insoportable es la penitencia,
que el Ángel Gabriel baje y me diga,
has aprobado la prueba.