Ya pronto entra la
noche,
ya pronto se tiñe de
negro mi cielo,
con delirio sin final
detrás de mi alma,
vigilo en silencio tu
imagen
que penetra en todos
mis sentidos.
En este abismo llamado
distancia,
escucho tu llanto
desesperado flotando,
tus ruegos al
firmamento
descienden a mí como
abrazos
de luz increada.
Elevada en los
pliegues del viento
por tus suspiros susurrándome
al oído,
recuesto mi cansancio
en la lámpara de tu
pecho.