Desde que partiste,
he dedicado mis días a esperarte volqué mis horas
para alimentarme de recuerdos, aquellos que me llevaron a la cima del cielo y
me hicieron creer en el amor etéreo.
He besado tu imagen levantándola al cielo
pidiendo tu pronto regreso.
Me he levantado con los rayos dorados anhelando
escuchar tu vos y guardarla una vez más en mi corazón, me he acostado con la
luna sollozando le he dicho, hazle sentir que mi espíritu trasciende en tiempo
y espacio, que en sus segundos de estío… yo le abrigo.
En este largo y solitario sendero he visto atrás,
y encontré nostalgias colgadas de todo lo que juntos vivimos.
Tu sombra alada me sobresalta, creyendo que
sorpresivamente has venido a buscarme, decepcionada y aun soñolienta, acomodo
la cabeza en la almohada…solo, solo era un dulce sueño.
Aunque no
hubo un juramento ante Dios y los hombres, jure amarte y respetarte y nadie más
entregarme.
Le he platicado al viento elevando mi
pensamiento, escribiéndote muchos versos que quiero declamarte recostada en tu
pecho.
He querido que la vida se vaya despacio para
reencontrarnos y no separarnos escucho caer la lluvia y en ese instante
necesito tus fuertes brazos, no sé si aún me amas? si mi nombre crepita en tus
labios, no sé si aun vivo en tu pensamiento?
Si es así… hoy te escribo esta última carta, con
el alma deshojada y moribunda esperanza, mi salud ha sido minada por una cruel
enfermedad y antes de partir al sueño
eterno,
déjame, déjame por última vez verte, sentirte y asi no sentir miedo al desprenderme de este cuerpo.