Como sol claro
después de la lluvia,
te apareces en los
párpados de la mañana
con versos y flores,
en mi balcón.
Eternizando tu sonrisa
en mi alma,
nutriendo mí esperanza;
como artífice
de la palabra lirica.
Se desgaja mi
calendario
cuando te ausentas,
me acurruco en los
brazos
del recuerdo,
minimizando el estío.
Fertilizaste,
mis áridos campos,
las tibias tristezas;
arrojaste al viento
con la miel escondida
de tus labios.
En anchurosos prados
solitarios,
y voz de quimera,
vagamos, soñamos,
volamos,
con los ojos
impregnados de amor.
Intercambiamos,
cauce de versos que
afloran
de la entraña,
con acento de rimas,
desangrando la poesía.
Después de cada
abrazo,
de tus letras,
me quedo fuerte como
el cedro,
esperando el nuevo día,
para que vuelvas a
besarme,
y decirme… niña luna;
eres la que en
silencio me inspira.