¡Hermoso día!
Magistral amanecer,
hechizada ante el
ondeante
viento que enamora
al pasar.
De pie, envuelta de
aire
Impalpable… es la
esperanza,
el miserere en el
corazón,
agito el demonio y
huyo.
De dolor indecible,
estrujo el cuerpo,
la carne tembló,
mísero barro
que fácil, se quebró.
En el vasto atardecer
y
gloriosa alborada,
con cerviz humillada
y ojos cerrados… el
sol,
no dejo de brillar.
Los sueños y anhelos
crearon una revolución
interna,
elevando el espíritu
sobre las nubes,
volando sobre el
quebranto,
luchando contra la
muerte.
Con alas invisibles
aferrada a la vida,
activando las fuerzas
del cosmos,
besando la matriz de la existencia,
ángeles se pronunciaron al lecho,
donde yacía agobiada, derramaron vino fresco
sobre está mortal… que
una vez más,
se vuelve a levantar.