Al pensarte el cielo
derrama flores,
la bruma del alma se
diluye
el brillo de tus ojos,
me da paz…y otra vez,
vuelvo a empezar.
Si tinieblas heladas
me abrazan
y áridos desiertos me
ahogan,
evoco tu retorcida
sonrisa esta
me anima a resistirme,
a resistirme,
a no darme por
vencida.
Las grietas que
quedaron,
de penas desgarradoras
en polvo
de norte se tornaron,
al acariciarme con
trozos de tu poesía,
regalándome un nuevo amanecer.
Se desmaya el día y
bajo el árbol de mango
mi pupila contempla
celajes sedientos,
un gélido viento me
susurra tu nombre,
y sin prisas me lleva
hasta tus sueños
donde tu silencio y el
mío,
nos hace cómplice de
este sentimiento.
Ante el papel blanco y
tinta negra
vacio mi corazón, mis
dedos lo siguen,
escribiendo versos o canciones,
que te digan que vivo,
pensando en ti.
Pintura: Emile Vernon