En sereno
atardecer,
vibro por
un sueño
color
violeta, que con
leves
pausas me desespera.
Cae la
noche y ansiosa
espero otra
aurora, revienta
el cielo en
cientos de estrellas
alumbrando
muchas cumbres.
¡Todos me
abandonaron!
estoy
completamente sola,
cuanta
soledad rugiendo en el
alma,
arroje a manos llenas
cariño
puro.
En mi haber
no queda nada, nada
solo
voraces desengaños e ilusiones
muertas,
dolores y agonías que
atormentan
noche y día.
Desde mi
ventana veo el firmamento
negro, con
sus lumbreras eternas,
con un nudo
retenido en mi garganta
me privo y
escondo mi honda pena.
Con
apariencia de lirio desmayado,
como ave en
agonía, una vieja lagrima
escondida
en breñales de melancolías.
Con cuitas
de amores mi paso avanza,
con el espíritu
flagelado,
apesadumbrado,
con milenarios
anhelos de
un abrazo sincero.
Como cáliz
mi corazón recoge el
sufrimiento
del dolor ancestral,
¡Ya! ¡ya!
En mis horas serenas después
de tanto
llorar y rodar, te pido
por favor, por favor,
abrázame,
abrázame de verdad.
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