Convulsa distancia que
arranca suspiros
sin tregua al tiempo,
acaricia la faz la
esperanza, ósculo perenne
grabado en la memoria,
mísero barro,
que bajo la mirada de la
soledad; con alma
diamantina ofrece un cáliz
abierto a la
bóveda infinita del cielo
o infierno.
Un manto de luna o sol, le
cubre los pasos;
sigilosos en el inmenso
desierto de larga espera,
Pausados los días avanzan,
burlón el viento pasa,
en recovecos de este
mundo;
en el norte y sur, dos
almas gravitan gimiendo
en densa soledad.
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