Llegue a tu vida
cuando la puerta ya
estaba cerrada,
a tus labios ocupados
en otra boca,
a tus brazos con dueña
de tus arrullos y mimos,
llegue… cuando las
sombras
se presentan con la
calma,
reina de una noche fría.
Me perdí en el tiempo
equivoque mis pasos,
gimiendo de pena en la
madrugada aprendo abrazar
un fantasma, a la espera
de una efímera mirada.
Suficiente
para abonar mis días,
tu risa extraña
tu acento grave han
tocado
mi oído, anidándose en
este pobre espíritu,
que errante vaga como
perro vagabundo,
buscando un poco de abrigo.
Creo que ya te comente que opinaba de estas letras, de tan bellas y tristes palabras, pero como no me canso... increibles querida Karla.
ResponderEliminarAntonio
Eres como siempre muy amable con tus palabras, claro viniendo de un caballero y tremendo escritor y poeta.
ResponderEliminarUn abrazo y siempre mil gracias.