Se esparce la luna,
con luz plateada sobre
la
húmeda playa, diminutas
olas revientan en pies
descalzos
que solitarios caminan
en la
ribera diamantina.
Con brazos al aire
la voz en alto,
declama versos del alma,
que afloran de sus
labios
como begonias con roció del alba.
Con velos
transparentes cubre,
su tallado cuerpo de
porcelana,
el cielo y el mar la
abrazan con
su inmensidad, con
añoranza blanca
le musita a la
esperanza,
pronto, pronto mi
amado distante,
volverá a este seno de
barro y miel.
El reflejo de las
estrellas sobre las
aguas azul negra
iluminan su cara,
el viento ondea
algunos mechones,
declamando ríos de
palabras,
hecho poesía, espera
hasta sorprenderla la
alborada.
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