Se alzan erguidos,
las copas de los árboles,
procurando el beso del
inmenso cielo.
Camino sin
perdón sin sosiego,
los brazos del recuerdo
desvisten mi alma,
con lagrimas de hambre
escarbó mi abismo, luz
de las sombras, tiempos idos,
castigados por las hieles de la vida.
Arcilla en el espíritu, mares de inquietudes,
jirones de existencia,
retazos del corazón esparcidos
en el asfalto, destruida en el
campo de guerra, mis enemigos
rinden culto de alegría
por mi tragedia.
La luna triste mira mis noches
de insomnio y soledad,
en larga meditación,
descubro que nací con alas de cristal.
Pintura: Ro Di Scenza