Bajo el silente esplendor
se levanta camina con la gélida brisa
que besa su cara,
el canto de las aves aladas
jubilosas le acompañan.
Con la esperanza intermitente
trabaja arduamente hasta
resbalarse el día en las paredes
blancas de esta ciudad mía,
renuncio a su vida para amarme
y guiarme hasta el final de sus días.
Con fe en su pecho, pide a Dios cada
mañana que me cuide de todo peligro,
su alma y su cuerpo a su hogar
ha entregado para darme su mejor ejemplo.
Mi mejor amigo y compañero de aventuras,
el mejor regalo que no pedí,
déjame abrazarte y besarte papá
y darte las gracias por todo lo
que me has dado,
si he herido tu corazón, aquí te pido perdón.