En tu casa salones oscuros antiguos jarrones adornados, las paredes con
imágenes de Nefirtiti y faraones, puertas entre abiertas en su interior, alguien
vigila a furtivas, aroma a incienso flota en el ambiente. Libros añejos por
doquier unos comenzados otros aun sin revisar, una tetera blanca aun humeando espera ser
servida.
La chimenea hilos de humo ya débilmente se diluyen quedando solo
cenizas, el viejo sillón marrón vacio yace en la apesadumbrada y helada habitación,
una ráfaga de viento hondea las cortinas del ventanal tipo francés.
La cama grande con sabanas blancas permanece intacta, sin usar, sobre la
mesa de noche un poemario longevo, el
separador una flor marchita. Voces se deslizan en las esquinas ecos
en la madrugada rebotan, risas y
llantos se confunden, todo solo en tus
memorias.
Evocaras los días pasados en los
que more en tu espacio invadiéndolo con mi perfume mi recuerdo deambula en tus pasillos y habitaciones, torturándote
día y noche trenzando deseos en el ocaso con leve esperanza acariciaras mi
regreso a tus brazos, en llanto
desesperado estallaras al entrar la noche al no escuchar mi vos pronunciando tu
nombre.
La fría nostalgia como vidrios sin piedad arrullará tus silencios
lúgubres, desearas pronto que amanezca y librarte unos segundos de la
pesadilla.
Con daga de hielo incrustada en el pecho, suplicaras al cielo pronto
acabe tu tormento.